¿Qué sucede cuando una sola falla técnica puede detener plataformas de e-commerce, poner en pausa sistemas de pagos digitales e interrumpir experiencias de usuario en millones de sitios web a nivel global?
Un sistema digital masivo como Bre-B también debe enfrentar riesgos de seguridad que pueden afectar la confianza pública. Las amenazas van desde fraudes, robo de identidad, hasta ataques sofisticados de cibercriminales.
La coyuntura global ha dejado claro que la competitividad ya no depende únicamente de tener buenos productos o servicios, sino de la capacidad de operar con eficiencia, adaptarse con agilidad y responder a los cambios del entorno.
El auge de la inteligencia artificial está rodeado de una paradoja que muchas organizaciones aún no han resuelto: contar con grandes modelos no garantiza impacto, si no se tiene detrás una arquitectura de datos inteligente, flexible y preparada para alimentar de forma continua esas soluciones.
La respuesta ya no es una hipótesis lejana. El reciente incidente en Cloudflare y las interrupciones recurrentes en AWS dejaron claro que la economía digital global, y especialmente la de América Latina, depende profundamente de un puñado de infraestructuras digitales centralizadas.
La creciente interdependencia de las empresas regionales con proveedores globales de nube y servicios web plantea una pregunta crítica para los líderes de tecnología y negocio: ¿están preparadas nuestras organizaciones para fallas a esta escala? En medio de esta reflexión, el concepto de resiliencia digital pasa de ser un “nice to have” a convertirse en una urgencia estratégica. Y es ahí donde comienza a tener más peso el papel de compañías como Q-Vision Technologies, que están repensando cómo diseñar sistemas robustos, distribuidos y preparados para afrontar lo inesperado.

Cloudflare y AWS no son otras marcas más en el mundo digital: son piezas estructurales. AWS, con más del 32% del dominio del mercado global de infraestructura en la nube, es tecnología fundamental para gigantes del entretenimiento, plataformas de e-commerce, entidades financieras y prácticamente todo negocio con una mínima digitalización. Cloudflare, por su parte, es el escudo invisible de millones de sitios web: protege contra ataques, acelera contenido y distribuye datos con baja latencia a través de más de 285 puntos de presencia global, procesando más de 45 millones de peticiones HTTP por segundo.
Pero esa centralización tecnológica tiene un costo. Durante esta semana, Cloudflare sufrió una interrupción de servicio que paralizó miles de páginas y aplicaciones que dependen de sus servicios de firewall, DNS y balanceo de carga. AWS no se queda atrás: en los últimos dos años ha experimentado tres interrupciones considerables que, entre otras cosas, han afectado el funcionamiento de servicios logísticos, bancarios y empresariales a escala masiva.
Estas cifras evidencian que cuando uno de estos proveedores cae, no se trata solo de un problema de TI, se trata de una parálisis operativa y reputacional cuyo impacto cruza fronteras y sectores en segundos.
Alta dependencia digital sin suficiente preparación: Según un informe de Accenture (2024), el 78% de las empresas medianas y grandes en América Latina operan bajo esquemas de proveedor único en servicios cloud. Esto significa que frente a un incidente global, sus sistemas quedan sin protección adicional ni capacidad real de respuesta. Esta dependencia no es solo una decisión técnica: es una vulnerabilidad de negocio.
Y no es menor. Porque en una región que impulsa la digitalización a paso acelerado, un incidente como estos puede impactar directamente en ingresos, confianza y operación, algo que muchas organizaciones no están listas para gestionar.
Los eventos recientes con Cloudflare y AWS no son anomalías. Son recordatorios de que nuestra infraestructura digital, pese a su poder, está sometida a fallas sistemáticas. Para América Latina, donde la transformación digital transcurre con impulso pero con riesgos latentes, esta realidad debe generar un cambio de mentalidad.
¿Qué acciones debe tomar una empresa desde ya?
En el mundo digital actual, la continuidad ya no es una característica más: es una promesa a usuarios, aliados y clientes. La resiliencia no se terceriza, se construye y hacerlo ahora es una apuesta por el futuro sostenible del negocio digital en América Latina.






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