La automatización ha dejado de ser solo una herramienta para acelerar pruebas. Hoy, es la columna vertebral de pipelines de entrega continua. Sin embargo, muchas organizaciones siguen atrapadas en frameworks frágiles o demasiado dependientes de mantenimientos manuales.
Mientras las empresas de todo el mundo ya integran inteligencia artificial (IA) en sus operaciones, muchas organizaciones de Latinoamérica siguen luchando con las mismas preguntas: ¿por dónde empiezo?, ¿cómo lo pago?, ¿quién puede ayudarme a implementarla sin poner en riesgo el negocio?
Un sistema digital masivo como Bre-B también debe enfrentar riesgos de seguridad que pueden afectar la confianza pública. Las amenazas van desde fraudes, robo de identidad, hasta ataques sofisticados de cibercriminales.

Pensar que la calidad del software consiste únicamente en revisar que “todo funcione” poco antes del despliegue es ya una idea obsoleta. Hoy, la calidad es tan crítica como el desarrollo mismo, y las organizaciones que no lo ven así están corriendo un alto riesgo. En un contexto donde un bug puede costar millones o comprometer la seguridad de millones de usuarios, convertir la calidad en una capacidad estratégica no es una opción, sino un imperativo.
La profunda transformación digital que atraviesan todos los sectores ha elevado el rol de los equipos de QA (Quality Assurance) desde una función táctica de pruebas, hasta una función esencial en la arquitectura, seguridad, rendimiento y, ahora, en la validación de sistemas complejos impulsados por inteligencia artificial. Pero ¿cómo se están adaptando las empresas y profesionales a este nuevo paradigma? Aquí lo exploramos a fondo.
La automatización ha dejado de ser solo una herramienta para acelerar pruebas. Hoy, es la columna vertebral de pipelines de entrega continua. Sin embargo, muchas organizaciones siguen atrapadas en frameworks frágiles o demasiado dependientes de mantenimientos manuales. Lo que está en juego no es solamente la eficiencia, sino la sostenibilidad del ciclo de desarrollo.
Datos de Capgemini (2024) muestran que el 74% de las empresas reconoce limitaciones en sus capacidades de automatización. Por eso, el perfil de SDET (Software Development Engineer in Test) ha evolucionado hacia verdaderos arquitectos de automatización, responsables de construir entornos capaces de sostener múltiples ciclos, integraciones y validaciones simultáneas. Y el mercado está respondiendo: los cargos como “Automation Architect” tuvieron un crecimiento del 38% interanual en América Latina, según LinkedIn.
Frente a un panorama creciente de ciberataques y regulación más exigente, integrar seguridad desde el diseño del software se ha vuelto la norma. En este modelo conocido como DevSecOps, la seguridad no es una etapa final, sino un componente infiltrado en todo el proceso. Esto ha cambiado profundamente el trabajo de QA.
Hoy se requieren testers especializados en análisis de amenazas, validación de controles automatizados y tests de vulnerabilidades integrados en los ciclos de CI/CD. Los perfiles emergentes, como Security QA Engineer o Automation Security Tester, están siendo demandados en sectores donde la exposición al riesgo digital es alta. Gartner estima que para 2026, el 70% de los proyectos que operan con entrega continua incluirán pruebas de seguridad automatizadas como parte del estándar básico.
Con industrias como fintech, salud digital o e-commerce operando en tiempo real, la performance ya no se puede evaluar como una fase previa al lanzamiento. El rendimiento debe monitorearse en producción, con herramientas de observabilidad y técnicas como el shift-right testing o el chaos engineering, donde se inducen fallas controladas para probar la resiliencia del sistema.
Este cambio requiere QA más alineado con áreas de operaciones e infraestructura, y dominio sobre métricas de experiencia de usuario, carga concurrente, latencia tolerada y respuesta ante picos inesperados
Las arquitecturas modernas, basadas en contenedores, cloud híbridas y microservicios distribuidos, requieren un enfoque completamente nuevo de testing. Validar que los ambientes se despliegan correctamente bajo esquemas de Infrastructure as Code (IaC), gestionar consistencia en múltiples zonas y garantizar la estabilidad de APIs, son nuevos mandatos para el QA contemporáneo.
Forrester estima que el 67% de los errores en aplicaciones distribuidas se originan en fallas de integración de APIs o configuraciones erróneas de cloud. Herramientas como Postman, REST Assured y K6 se han convertido en esenciales. La demanda de testers con conocimientos en Kubernetes, Terraform y Docker crecerá un 30% anual hasta 2027.
Testear algoritmos que aprenden, se adaptan y definen comportamientos es uno de los mayores desafíos técnicos y éticos actuales. Ya no basta con validar flujos; ahora, el QA debe asegurarse de que los sistemas inteligentes operen sin sesgos, con precisión y, sobre todo, con interpretabilidad.
Esto implica aprobar la calidad de los datasets, garantizar el fairness frente a poblaciones diversas y demostrar que se entiende cómo y por qué la IA toma ciertas decisiones. Empresas como Google e IBM ya han desarrollado frameworks de validación para sistemas de IA. Mientras tanto, startups en sectores regulados prueban sus modelos desde la recolección de datos para cumplir los marcos de bioética y normativas.
Los nuevos roles como AI Test Engineer, AI QA Specialist o Data Quality Analyst especializado en QA están apareciendo con fuerza, abriendo una oportunidad profesional inmensa, especialmente en América Latina donde aún hay escasez de talento en este mix de habilidades.
La calidad del software ya no es un punto de control, sino una capacidad organizacional transversal. Mientras los usuarios exigen experiencias sin fallas y los sistemas operan en entornos cada vez más dinámicos, el QA se convierte en el conductor silencioso del rendimiento, la confiabilidad, la seguridad y la ética tecnológica.
Las empresas deben prepararse para este nuevo escenario con acciones concretas:
El futuro del QA no se define simplemente en pruebas bien hechas, sino en la capacidad de anticiparse a fallas de diseño, prevenir riesgos y operar con excelencia en contextos dinámicos. La calidad, en esta próxima década, será sinónimo de confianza tecnológica. Y quienes lideren esta transición se convertirán en arquitectos de ecosistemas digitales sólidos, confiables y sostenibles.






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