Lo que el software no puede replicar es lo que hoy define el valor profesional en las organizaciones más innovadoras.
Mientras las empresas de todo el mundo ya integran inteligencia artificial (IA) en sus operaciones, muchas organizaciones de Latinoamérica siguen luchando con las mismas preguntas: ¿por dónde empiezo?, ¿cómo lo pago?, ¿quién puede ayudarme a implementarla sin poner en riesgo el negocio?
Un sistema digital masivo como Bre-B también debe enfrentar riesgos de seguridad que pueden afectar la confianza pública. Las amenazas van desde fraudes, robo de identidad, hasta ataques sofisticados de cibercriminales.
La coyuntura global ha dejado claro que la competitividad ya no depende únicamente de tener buenos productos o servicios, sino de la capacidad de operar con eficiencia, adaptarse con agilidad y responder a los cambios del entorno.

Estamos rodeados de algoritmos, automatización, y avances que parecen de ciencia ficción. Sin embargo, en medio de esta revolución protagonizada por la inteligencia artificial y la transformación digital, hay un elemento que sigue marcando la diferencia: el talento humano.
Las competencias técnicas son necesarias, pero ya no suficientes. Las empresas necesitan algo más profundo y transversal: personas capaces de pensar críticamente, liderar con propósito, adaptarse sin miedo y colaborar en ambientes diversos. Son las llamadas “power skills”, y están posicionándose como el nuevo estándar de competitividad empresarial. En este contexto, la recalificación masiva y el aprendizaje continuo ya no son tendencias deseables, sino imperativos estratégicos. El presente del talento es híbrido: tan tecnológico como humano.
Según el informe "Future of Jobs 2023" del Foro Económico Mundial, casi la mitad de las habilidades necesarias para operar en el mercado laboral cambiarán en los próximos cinco años. Traducido a la realidad: el profesional que hoy es clave en una organización, mañana puede necesitar una transformación profunda para seguir generando valor.
McKinsey estima que hasta 375 millones de personas deberán reconvertirse profesionalmente antes de 2030 debido a la IA, la automatización y la disrupción digital. Pero, ¿en qué dirección debe hacerse esa transformación? La respuesta no es solamente aprender a programar. Es aprender a colaborar con las máquinas, a liderar con datos y a pensar con sentido crítico.
Las grandes compañías ya no buscan únicamente habilidades técnicas. Lo que marca la diferencia son los perfiles híbridos, capaces de integrar lo digital con lo humano. Las “power skills” como las bautizó LinkedIn en su informe de Tendencias de Aprendizaje 2024, hoy definen la empleabilidad.
Pensamiento crítico, inteligencia emocional, liderazgo colaborativo, comunicación intercultural, adaptabilidad. Todas apuntan hacia lo mismo: la capacidad de conectar la inteligencia humana con el potencial tecnológico. Porque alguien tiene que interpretar los modelos de IA, identificar sesgos, liderar equipos diversos y comunicar los hallazgos de manera estratégica. Y esa tarea aún no puede delegarse a un algoritmo.
El conocimiento técnico se vuelve obsoleto rápidamente. Según múltiples estudios, en menos de dos años muchas habilidades digitales pierden vigencia si no se actualizan. Por eso los mejores programas de talento no se conciben como cursos puntuales, sino como ecosistemas de formación continua.
Lo que funciona combina formación técnica (IA, data, seguridad, automatización) con desarrollo en habilidades humanas aplicadas a contextos digitales. Y la clave no está solo en el contenido, sino también en el formato: microlearning, simulaciones, mentores internos, aprendizaje colaborativo.
Desde Q-Vision Technologies con IzyAcademy desarrollamos capacidades adaptativas, de forma contextualizada, y con impacto directo en los resultados de negocio. Una plataforma de formación diseñada para escalar habilidades tecnológicas y humanas al ritmo de los equipos, no del mercado.
Un estudio del MIT Sloan Management Review lo deja claro: los profesionales más valiosos del futuro no son quienes saben programar, sino quienes saben interactuar con la tecnología, darle dirección y traducir su valor al lenguaje de negocio.
La interacción humano-IA se convierte entonces en una nueva competencia clave. Saber hacer preguntas que optimicen la respuesta de modelos generativos (como prompt engineering). Crear marcos de supervisión y ética tecnológica. Convertirse en el “puente” entre la ciencia de datos y la toma de decisiones.
Esa nueva capa de talento debe diseñarse desde hoy, antes de que el mercado lo exija de forma masiva. Y ahí es donde los equipos de talento se reinventan como generadores de nuevas capacidades para un futuro cada vez más presente.
La demanda por talento digital se cruza con un fenómeno interesante: la coexistencia de varias generaciones en una misma compañía. Nativos digitales, migrantes a la tecnología y perfiles en reconversión deben aprender y enseñar juntos.
En ese sentido, las estrategias de talento más avanzadas apuestan por modelos de aprendizaje inclusivo: mentoría inversa, formación cruzada, plataformas adaptativas y coaching intergeneracional. Lo importante no es que todos aprendan lo mismo, sino que cada uno evolucione a su propio ritmo y contribuya a una cultura organizacional con visión compartida.
Algunas organizaciones han entendido que formar es transformar. En Capgemini, por ejemplo, reconvirtieron perfiles de back office en analistas de datos en un plazo de 18 meses. En Accenture, rediseñaron su modelo de carrera para combinar formación técnica transversal con desarrollo de habilidades blandas como storytelling y liderazgo empático.
Y en Q-Vision Technologies, la implementación de IzyAcademy se ha convertido en un catalizador para el desarrollo de talento híbrido. No solo se forman habilidades duras, también se acompañan procesos de cambio cultural, se empodera a los equipos para colaborar con IA y se integra formación técnica con propósito organizacional.
La verdadera revolución del trabajo no está en la tecnología que se adopta, sino en las personas que saben usarla, entenderla, cuestionarla y llevarla más allá. Por eso, el talento híbrido no es una moda ni una respuesta a corto plazo: es el nuevo estándar profesional.
Para construir organizaciones realmente preparadas para el futuro, las áreas de talento y formación deben moverse desde el soporte hacia el corazón estratégico del negocio. Esto implica:
Porque el futuro no será de las empresas que adopten más tecnologías, sino de las que mejor preparen a las personas para trabajar con ellas. Y ese futuro ya empezó.
1. Future of Jobs Report 2023 – World Economic Forum
2. McKinsey Global Institute – Jobs Lost, Jobs Gained: Workforce Transitions in a Time of Automation
3. 2024 Workplace Learning Report – LinkedIn
4. The Future of Work with AI – MIT Sloan Management Review
5. Capgemini Research Institute – “Reshaping Work and Talent in the Age of AI” (2023)






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